Es sorprendente que en nuestro siglo XXI, cuando por doquier se promocionan drogas químicas para embrutecer…, como la cocaína, etc, en muchos países occidentales se esté poniendo en práctica una política de erradicación del tabaquismo que, como se sabe es causante de más muertes que los accidentes de automóvil, aunque menos que las causadas por el «aborto», forma eufemística de llamar al asesinato de niños en el vientre materno. Dado que nuestros gobiernos «democráticos» hacen sistemáticamente una política contraria a la eugenesia y a la salvaguardia de la moral tradicional, habrá que preguntarse qué persiguen con la política anti-tabaco.
En todo caso, interesa conocer que el mayor esfuerzo realizado en favor de la salud popular y de la erradicación del tabaquismo lo realizó ya el III Reich. El siguiente artículo trata de la política anti-tabaco en Alemania:
Con el comienzo del año 2006 ha entrado en vigor una ley en España que regula el consumo de tabaco en lugares públicos, transportes públicos y centros de trabajo. Con motivo de ello, algunos de los detractores de esta ley han hecho circular por la red un texto titulado «La ley antitabaco la inventaron los nazis», con el propósito de desacreditar esta nueva ley, porque como al ciudadano medio, sometido al bombardeo de los medios de desinformación, le han hecho creer que todo lo «nazi» es intrínsecamente malo por naturaleza, si se le muestra que medidas similares se aplicaron durante el III Reich pensará que leyes de este tipo son propias de fascistas que sólo buscan coartar su libertad individual, su derechos como ciudadano del mundo y blablabla.
De todos modos por lo que hemos podido leer, la ley española es muy poco restrictiva comparada con las leyes que por ejemplo hay en el Estado de California donde no se permite fumar en los parques públicos ni en lugares públicos cerrados, como bares, restaurantes y oficinas. Tampoco se puede fumar en las playas, ni en un piso de alquiler si no lo autoriza el propietario, y en la calle los fumadores pueden encenderse un cigarrillo sólo si se encuentran, como mínimo, a seis metros de distancia de un edificio público. Podemos poner también como ejemplo un sitio que gustará más a los progres de salón, el «paraíso comunista» de Cuba, donde se prohíbe fumar en todos los lugares públicos cerrados incluyendo oficinas, teatros, autobuses, taxis, trenes, escuelas, zonas de manipulación de alimentos y estadios deportivos.
El tabaco sigue representando el mayor problema de salud pública de nuestro tiempo, ya que interviene en una de cada cinco muertes de la población general y en la mitad de los fallecimientos entre 35 y 69 años. El tema del tabaco nunca se había tomado en España con la seriedad que merecen los 55.000 muertos que ocasiona anualmente. Se legislaba para lograr su control, pero se olvidaba desarrollar aspectos tan elementales como los mecanismos necesarios para que las leyes se cumpliesen.
Es por ello que hemos considerado interesante hacer un artículo sobre esta materia para conocimiento de nuestros lectores.
Los historiadores y epidemiologistas apenas acaban de empezar a explorar el movimiento anti-tabaco desarrollado en Alemania durante el gobierno de Adolf Hitler. Alemania tuvo el más fuerte movimiento antifumador del mundo en la década de los 30 y la primera mitad de la década de los años 40, con medias tales como la prohibición de fumar en lugares públicos, prohibiciones de anunciarse, restricciones para las raciones de tabaco para las mujeres, y la más refinada investigación mundial sobre los efectos del tabaco, aportando pruebas científicas de la ya evidente relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón.
En la última década los historiadores médicos han aportado estudios que mejoran nuestro conocimiento sobre la medicina y la salud publica en la Alemania del III Reich. Sabemos gracias a ello que aproximadamente la mitad de los médicos del sistema sanitario público estaban afiliados al NSDAP.
Muchos lideres nacionalsocialistas se oponían claramente al consumo de tabaco, como el Doctor Robert Ley, del Frente Alemán del Trabajo, siendo Adolf Hitler uno de los más férreos en su oposición.
El primer caso de un estudio controlado sobre la relación entre cáncer de pulmón y tabaquismo se llevo a cabo en Alemania en 1939. Esto fue posible con el respaldo de la Oficina Contra los Riesgos del Alcohol y el Tabaco, establecida en 1939 por el Doctor Leonard Conti, responsable de los Asuntos de Salud del Reich, al que había precedido en el cargo Gerhard Wagner. El Instituto de Investigación de los Riesgos del Tabaco, establecido en la Universidad de Jena, desarrolló un segundo estudio en 1942. Este Instituto fue financiado con 100.000 marcos del Reich provenientes de las finanzas personales de Adolf Hitler.
Además de investigaciones sobre el tabaquismo, también había muchas campañas de promoción de lo saludable de no fumar. Las Juventudes Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas repartieron abundante propaganda anti-tabaco. En 1942 la Federación de Mujeres Alemanas (BDM) lanzó una campaña contra el consumo de tabaco y alcohol. El Frente Alemán del Trabajo también desarrollo muchas campañas donde se hacia hincapié en los efectos dañinos del tabaco para la salud.
Estas campañas estaban apoyadas también por una legislación, que prohibía fumar tanto a alumnos como a profesores en muchas escuelas. Se consideraba como negligencia criminal si los conductores involucrados en accidentes iban fumando. Se controló estrictamente la publicidad del tabaco, y se creó una discusión sobre si los pacientes con enfermedades derivadas del tabaquismo debían recibir el mismo trato que los pacientes con enfermedades no derivadas de el consumo de tabaco.
La lucha contra el tabaquismo fue sólo uno de los asuntos de salud que recibieron atención por parte de la Alemania nacionalsocialista. También se llevaron a cabo campañas contra el consumo de alcohol. Se recomendaba consumir frutas y verduras, pan integral y no abusar de las grasas. Una destacada figura de la medicina del III Reich, Erwin Klein, predijo que en el futuro se descubriría que el cáncer era un resultado de una dieta inconveniente. El consumo en exceso de nata montada era también particularmente desaprobado. El periódico oficial de las SS, ‘Das Schwarzes Korps’, habló en una ocasión sobre los turistas alemanes en Austria que visitaban los cafés, que daban una imagen «donde se podía pensar que la Gran Alemania se creó sólo para que sus ciudadanos pudiesen atiborrarse de tortitas con nata montada». Un prominente eslogan pro-militarista rezaba «¿Poder de combate o… nata?».
Otro factor sobre el que se mostró mucho interés de sobre la noción de que un ambiente intrauterino afectado por la nicotina y el alcohol tendría consecuencias en el desarrollo de los hijos. Un manual de salud de 1942 para mujeres embarazadas proclamaba «Madres, debéis evitar absolutamente el alcohol y la nicotina durante el embarazo y la lactancia del vuestros hijos. Estos elementos dificultan, dañan y trastornan el curso normal del embarazo. Bebed zumo de frutas».
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Las políticas anti-tabaco en Alemania se aceleraron a finales de los años 30, y en los primeros años de la IIGM el consumo de tabaco ya había empezado a declinar. La Luftwaffe prohibió fumar en sus instalaciones en 1938, al igual que el Servicio Postal. La prohibición de fumar se extendió a muchos centros de trabajo, oficinas del gobierno, hospitales y casas de reposo.
El NSDAP prohibió fumar en su oficinas en 1939, y ese mismo año el jefe de las SS, Heinrich Himmler anunció la prohibición de fumar para todos los policías uniformados y oficiales de las SS mientras estuviesen de servicio, lo que no impidió que, durante la guerra, uno de los regalos que entregaba Himmler a miembros de las Waffen SS que habían destacado, fuese una pitillera de plata con su firma personal.
También en el año 1939 la revista de la Asociación de Médicos Americanos reflejó un decreto de Hermann Goering donde se prohibía fumar a los soldados en la calle mientras estuviesen de servicio, en marchas y desfiles, y en los periodos de permiso.
60 de las principales ciudades alemanas prohibieron fumar en los transportes públicos en 1941, y en 1944 la prohibición se extendió a todas las ciudades alemanas, incluyendo a los trenes, viniendo esta iniciativa del propio Hitler, que estaba preocupado por la exposición al tabaco de las jóvenes conductoras. También se prohibió fumar en los refugios antiaéreos, aunque en algunos de ellos había zonas separadas para fumadores. Durante los años de la guerra los cupones de racionamiento de tabaco se denegaban a las mujeres embarazadas y a todas las que tuviesen menos de 25 años, y los restaurantes y cafés tenían prohibida la venta a sus clientas. Estas medias tenían como fin preservar la salud de las mujeres. A partir de 1943 se decreto la prohibición de fumar en público para todos los menores de 18 años. Todas estas políticas se enmarcaban dentro de una campaña que pretendía marcar «el principio del fin» del consumo de tabaco en Alemania.
La epidemiología sobre el tabaco Alemana en aquella época era la más avanzada en su época. Los doctores Franz H Muller en 1939 y Eberhard Schairer y Erich Schoniger en 1943 fueron los primeros en utilizar grupos de estudio siguiendo métodos epidemiológicos para documentar la relación entre el cáncer de pulmón y los cigarrillos, como hemos mencionado más arriba. Muller concluyo que «el importante aumento en el consumo de tabaco es la principal y mas notoria causa del incremento de la incidencia de cáncer de pulmón». Las enfermedades del corazón también se mencionaban como unas de las dolencias más graves producidas por el consumo de tabaco. En los últimos años de la guerra, se sospechaba de la nicotina como la causante de los fallos coronarios sufridos por un sorprendente número de soldados en el frente del Este. En 1944 un informe de un medico militar reflejo que 32 jóvenes soldados a los que había examinado una vez muertos en el frente por ataques al corazón habían sido todos «fumadores entusiastas». Este medico citaba en su informe al patólogo de Friburgo Franz Buchner que consideraba que los cigarrillos debían ser considerados «un veneno coronario de primer orden».
El 20 de Junio de 1940 Adolf Hitler ordenó que las raciones de tabaco fuesen distribuidas entre los soldados «de un modo que disuadiese a los soldados de fumar». Las raciones de cigarrillos estaban limitadas a 6 cigarrillos por persona al día, con raciones alternativas disponibles para los no fumadores, como chocolate o comida extra. En ocasiones muy limitadas había cigarrillos extra disponibles para fumar, pero estaban limitados a 50 al mes por persona. Las raciones de tabaco no se podían proporcionar a las mujeres de la Wehrmacht. Una ordenanza del 3 de noviembre de 1941 aumentó la tasas sobre el tabaco a un nivel tan alto como nunca había estado, siendo entre el 80% y el 95% del precio de venta, con el fin de aumentar el precio y desincentivar el consumo. Tras la muerte de Adolf Hitler tuvieron que pasar más de 25 años para que las tasas sobre el tabaco se volviesen a incrementar.
Los efectos netos de estas y otras medidas, como las lecturas por parte de médicos para desincentivar el consumo de tabaco entre los soldados, consiguieron reducir el consumo de tabaco entre los militares durante los años de la IIGM. Una encuesta efectuada en 1944 entre 1.000 miembros del ejercito mostró que mientras la proporción de soldados fumadores había aumentado (solo el 12,7% eran no fumadores), el consumo de tabaco había decrecido (un 14%). Más militares eran fumadores (de ellos 10 habían adquirido el habito durante la guerra, mientras que solo 7 lo habían dejado), pero la media de consumo por cabeza de cada soldado había bajado casi un 25% (23,4%) un consumo mucho menor que el de los años de preguerra entre el mismo colectivo. El numero de fumadores ‘intensivos’ (más de 30 cigarrillos al día) se había reducido del 4,4% al 0,3%, y desciendo similares se registraron para los fumadores de ‘intensidad media’
La pobreza de la posguerra provocó que el consumo no aumentase. De acuerdo a las estadísticas oficiales alemanas, el consumo de tabaco no volvió a los niveles de preguerra hasta mediados de los años 50. La caída fue muy significativa: el consumo alemán per capita descendía a más de la mitad entre 1940 y 1950, mientras que por ejemplo el consumo en los EE.UU. se dobló durante ese periodo. En Francia también aumentó, aunque durante los cuatro años de ocupación alemana el consumo de cigarrillos descendió aun más que en Alemania.
Tras la guerra, Alemania perdió su posición como la nación con unas campañas y una ciencia anti-antitabaco más agresiva. Tras la muerte de Hitler, muchos de los doctores que trabajaron en la campaña anti-tabaco o bien perdieron su trabajo o fueron silenciados. Karl Astelm director del Instituto de Jena de Investigación de los Riesgos del Tabaco, que era además el rector de la Universidad de Jena y oficial de las SS, se suicidó en su oficina la noche del 3 al 4 de Abril de 1945. El responsable de los Asuntos de Salud del Reich, Leonardo Conti, otro activista antitabaco, se suicidó el 6 de octubre de1945 en una prisión aliada donde estaba a la espera de juicio por su participación en el programa de eutanasia. Hans Reiter, presidente de la Oficina de Salud del Reich, que en una ocasión definió a la nicotina como «el mayor enemigo de la salud del pueblo» y «el estorbo numero uno de la economía alemana» fue internado durante dos años en una prisión americana, y posteriormente trabajó como médico en una clínica de Kassel, no volviendo jamás a ejercer en la sanidad pública. El Gauleiter Fritz Sauckel, la cabeza del movimiento anti-tabaco de Turingia y avalista en sus comienzos del Instituto de Investigación de los Riesgos del Tabaco, fue ejecutado el 1 de Octubre de 1946. Es sorpréndete que todos los esfuerzos para reducir y eliminar el tabaquismo en Alemania fuesen olvidados después de la guerra.
Claramente había unos vínculos considerables entre la promoción de unos estilos de vida sanos y la idea de defensa de la raza. El tabaco y el alcohol se consideraban como «venenos genéticos» que llevaban a la degeneración del pueblo alemán, ya que afectaban a la fertilidad y podían causar daño cromosológico. Quizás por este motivo, la promoción de hábitos saludables durante el III Reich no se ha dado a conocer al gran público, que como resultado de 70 años de propaganda sigue pensando que todo lo «nazi» es malo y detestable por naturaleza.