Posts Tagged ‘Europa’

repugnante blasfemia!

20 noviembre 2012

Con verdadera sensación de asco me veo obligado a reproducir la obscena caricatura que, en clave sodomítica, se burla nada menos que de la SANTISIMA TRINIDAD. No es sólo «Charlie Hebdo» quien  llega a la cima de la blasfemia, sino el Sistema social mundialista que le respalda.

Sólo en RELIGION EN LIBERTAD hemos leído una crítica a tan execrable hecho:

«Ahora era el mismo ser de Dios el que se pisaba cruda y brutalmente, y elsilencio confirma que la batalla por la desacralización de occidente ha alcanzado logrados frutos. Al menos que quien vea la cruel blasfemia eleve al Cielo un sentido desagravio. Porque detrás de la burla contra Dios no está la venganza de los Cielos sino la elección del que es mentiroso desde el principio.»

También TRADICIONDIGITAL.COM ha condenado esa atroz blasfemia:

Asociaciones y sitios católicos italianos se han levantado en armas, metafóricamente hablando, contra la blasfema viñeta publicada por el diario francés “Charlie Hebdo” y pidiendo a la Santa Sede que proteste de manera tajante ante el gobierno francés y que dé los pasos necesarios para que nunca más se repita una vergüenza tal. La petición va dirigida al responsable de la Sala de Prensa vaticana, el padre Federico Lombardi. Dice así:

Revdo. Padre Lombardi:

¿Se puede seguir callando? Obscenidad y blasfemia se confunden en la sórdida provocación de un periódico francés, autor de una viñeta en la que, para reivindicar la unión homosexual, violación extrema de la ley natural, se ultraja de manera inadmisible a la Santísima Trinidad, misterio central de la fe cristiana.

No, no es posible mantener silencio. Es necesario que la Santa Sede exprese públicamente su indignación, como están haciendo tantos simples católicos en Francia y en Europa. Y puesto que Usted es el portavoz de la Santa Sede, a Usted nos dirigimos, a fin de que se haga nuestro portavoz ante las supremas autoridades eclesiásticas, a las que pedimos eleven una protesta vibrante y dé los pasos necesarios para que nunca más se repita una vergüenza semejante. Que la voz de los hombres se alce antes que la mano de Dios, que no puede ser ridiculizado impunemente por nadie (Gál. 6, 7).

Con devota reverencia…

Y siguen hasta la fecha 1776 firmantes.

Firmar la petición aquí. Recomendamos encarecidamente no pinchar el enlace a la horrorosamente blasfema caricatura.

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NOTA de TRESMONTES: Con dubitativo sentimiento de culpa he reproducido la obscena viñeta a la que alude www.tradiciondigital.com  He creído necesario, sin embargo, dar a conocer hasta dónde llega el Enemigo en su afán blasfematorio, a fin de que se sepa QUÍENES y DÓNDE están los servidores del Malo, es decir de Satanás. [Pater Noster:  … SED LIBERANOS A MALO!]

ALARDE EN FUENTERRABIA / HONDARRIBIA

26 octubre 2012

holocausto.net es un blog variado y de diversas ideologías

14 octubre 2012
DOCUMENTOS ADICIONALES
Véase el álbum personal de Hitler con las 46 mejores fotografías sobre su vida política y social. (Código de acceso: 1031).
Véase los «31 discursos de Adolf Hitler» en castellano
Véase «La última enfermera de Hitler»
Véase el Testamento Político de Adolf Hitler redactado por Martin Bormann.
Véase el documento «El cómic sobre Hitler» que se distribuye en las escuelas alemanas para intentar explicar a los niños las atrocidades del nazismo.
Véase el libro «Un diálogo entre Adolf Hitler y yo«, escrito por Dietrich Eckart (57 páginas en castellano).
Véase el libro «Recuerdos y reflexiones de una aria«, escrito por Savitri Devi (426 páginas en castellano).
Véase el libro completo Hitler y Eva Braun, un amor maldito en el que se narra la auténtica relación íntima entre los dos y como afrontan el fin del III Reich desde el búnker terminando por sus detallados suicidios (144 páginas, corregido y ampliado por el autor de esta web).
Véase el libro completo La industria del Holocausto escrito por Norman G. Filkenstein (48 páginas en castellano).
Véase el libro completo El último judío, de Noah Gordon (335 páginas en castellano).
Véase el libro completo Psicoanálisis de Hitler escrito por Roberto Merle; un retrato íntimo sobre la infancia y juventud de Adolf Hitler (61 páginas en castellano).
Véase el documento Franco condecora a Hitler otorgándole el título de Gran Caballero y el Collar de la Gran Orden Imperial con Flechas Rojas.
Véase el documento El nazismo de Adolf Hitler.
Véase el libro La gran derrota de Hitler, escrito por Paul Adair.
Véase el libro El concepto de lo político, escrito por Carl Smitch.
Véase el libro La construcción de lo ario, escrito por Javier Aguirre, Iñaki Cebeiro y Óscar González Gilmas.
Véase el libro Estadísticas del Holocausto, escrito por Aldo Sergio González.
Véase el libro La literatura nazi en América, escrito por Roberto Bolaño.
Véase el libro Psicoanálisis del humor judío, escrito por Theodor Reik.
Véase el libro La sociología después del Holocausto, escrito por Zygmunt Baumann.
Véase el documento La lista de Franco para el Holocausto.
Véase el libro Las Aberraciones sexuales en la Alemania nazi, de Eugen Relgis (pdf)
Véase el libro Mi Lucha (Mein Kampf), escrito por Adolf Hitler.

Nota de TRESMONTES: Es sorprendente la disparidad ideológica de algunos contenidos de este  espacio ó  págna web. Aquí los temas son variados, desde la obra de Savitri Devi ( «Recuerdos y reflexiones de una aria») a los discursos de Adolf Hitler, pronunciados antes de la guerra, desde 1933 a 1937. También hay una obra de Carl Schmitt, «El concepto de lo político», y por supuesto, bastante literatura antihitleriana, como por ejemplo un comic dirigido a los niños alemanes para explicarles «las atrocidades del nazismo».

http://www.elholocausto.net/parte01/01cr02.htm

el mundo es así…

7 septiembre 2012

filosofando … 7  sept 2012

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tres fotografias censuradas y eliminadas

Entre estas fotografias hay un panfleto supuestamente editado por IZQUIERDA UNIDA, es decir los restos de el histórico PCE, que al principio se autotitulaba «Partido Comunista Español».  Dada su obscenidad y su nula estética no es necesario decir más.

Retos políticos de ESPAÑA

26 agosto 2012

(Publ. en diciembre de 2011, en La ilustración liberal)

Decía Toynbee que una sociedad se desarrolla o perece según sea capaz de percibir y afrontar los desafíos que la historia le plantea. Por lo que se refiere a España, sería bueno estudiar esos desafíos para percibir claramente su alcance, examinar su importancia y urgencia relativas y proponer remedios racionales. Ello requiere un trabajo arduo y de equipos, del que aquí solo puedo trazar un leve apunte según mi entender. Hace algunos meses escribí un artículo[1] sobre los problemas que deben ser resueltos políticamente en España, y que ahora amplío:

El país sufre una crisis política, económica, moral e intelectual por la incapacidad aparente para resolver una serie de problemas de gran alcance, entre los que cabe citar:

1.Degradación de la democracia. La transición legó una democracia defectuosa, sin verdadera división de poderes, con una ley electoral cuestionable, partidos de tradición antidemocrática y actitudes erróneas hacia el terrorismo y hacia el propio origen de nuestras libertades. Tales defectos pudieron corregirse, y algunos lo fueron en el período de Aznar, pero posteriormente han conducido a una generalizada involución política.

2.En relación con este problema está un sistema económico con un peso excesivo del estado, que permite a los políticos, sobre todo a los más mesiánicos de izquierda y separatistas, utilizarlo para imponer sus ideologías, tradicionalmente horras, en España, de cualquier pensamiento serio.

3.Degradación de la unidad nacional, debido al poder adquirido por partidos desleales a la nación y a la democracia. Ese poder nació por una parte del terrorismo (se creyó a esos partidos, erróneamente, barreras frente a la violencia, cuando han procurado rentabilizarla políticamente), por otra de la complicidad de una izquierda de tradición antiespañola y de la pasividad de la derecha.

4.Degradación de la salud social: no estamos a la cola de Europa en casi todo, como dicen muchos. En drogas, alcoholismo, fracaso familiar, matrimonial y escolar, abortos, población penal, violencia doméstica y otros índices de salud social, España goza de un puesto relevante, en algún caso entre los primeros del continente. Esos logros proceden de actitudes impulsadas por unos políticos, intelectuales y periodistas entre quienes es alto, a su vez, el índice de corrupción (intelectual, económica y sexual).

5.El problema islámico y Gibraltar. España tiene hoy, en el exterior, un solo frente político susceptible de tornarse militar: el del Estrecho, cuyos puntos clave son Ceuta, Melilla y Gibraltar. Problema ligado al del islamismo radical y la inestabilidad del Magreb. En esa zona, neurálgica para nosotros, padecemos la colonia-colonizadora de Gibraltar, perfecto revelado del papel de aliado-lacayo que nos reservan la UE y la OTAN. Nuestra posición política, moral y militar al respecto no ha cesado de deteriorarse en los últimos años.

6.Nuestra posición en Europa: el ingreso de España en la CEE, probablemente tan innecesario como el ingreso en el euro, ha traído fuertes pérdidas de soberanía, merma en las tasas de crecimiento y mayor dependencia económica, sin que nos haya evitado crisis más fuertes que antes. Habría que valorar tales hechos.

Los problemas mal resueltos tienden a empeorar. Las sociedades progresan, se estancan o naufragan según respondan a los retos que les plantea la evolución histórica. De nosotros depende el resultado, sin que debamos esperar ni desear salvamentos exteriores.

A todos estos habría que añadir un desafío casi nunca mencionado y que acaban de poner de relieve Alejando Macarrón (El suicidio demográfico de España, Homo Legens, Madrid, 2011) y Francisco José Contreras: el envejecimiento de nuestra sociedad, con los desequilibrios y malas consecuencias que ello entraña. Generalmente se centra la cuestión en el plano económico, que es importante pero no el único. Desde ese punto de vista implica un esfuerzo creciente por mantener a una masa creciente de población no productiva y que, por razones biológicas, ocasiona gastos especialmente elevados. Si la población va aumentando o se mantiene estable, el esfuerzo resulta llevadero, pero si, como viene ocurriendo, los fallecimientos superan a los nacimientos, la carga tiende a hacerse insoportable a plazo medio. Si no ha provocado ya una quiebra del llamado estado de bienestar, se debe a la inmigración masiva registrada en años recientes. Pero no debe olvidarse que esa inmigración plantea a su vez nuevos problemas, ya que una gran parte de ella no se integra, y menos en una sociedad como la nuestra, que ha perdido hasta tal punto la conciencia de la escala de valores. El interés de la mayoría de los inmigrantes es por lo común meramente económico, sin compartir ideales de cohesión social como el patriotismo, la adhesión a las libertades o a una identidad histórico-cultural, ideales a su vez en fuerte declive entre los propios españoles desde hace bastantes años.

Este problema enlaza con los demás, aunque no creo que el envejecimiento demográfico entrañe automáticamente un envejecimiento moral y anímico; pero, sin ser forzoso, ese doble envejecimiento se está produciendo. Difícilmente hará frente a sus retos un país de ancianos con una juventud reducida y educada en la negación del patriotismo, en la indiferencia hacia las libertades y la responsabilidad y en ideas falsas y despectivas sobre la propia identidad cultural, todo ello sustituido por la telebasura (que es mucho más que televisiva) y una amalgama de arbitrarias solidaridades, pacifismos y viejos derivados de la lucha de clases, la lucha de sexos y similares. Opino que una manifestación de ese envejecimiento psicológico y moral se manifiesta en el hecho de que no hayan surgido alternativas ni liderazgos capaces de arrostrar la involución política de los últimos siete años, en la que ha colaborado pasiva y a veces activamente el PP. No aparecen el necesario liderazgo y la alternativa ni siquiera cuando la crisis económica alarma y aprieta más, revelando a todo el mundo fallos estructurales y políticos de hondas raíces. Tal falta de iniciativa e incapacidad de estudio en profundidad de los problemas del país indica una sociedad envejecida también en espíritu, de escasa energía, que prefiere no enterarse demasiado de los peligros y dificultades que la amenazan.

Pondré un ejemplo, señalado en el apartado sexto: nuestro ingreso en la CEE, luego UE, es mirado casi universalmente como un éxito, a pesar de la pérdida de soberanía y de democracia, y de las consecuencias que estamos sufriendo. Prácticamente nadie se plantea, no ya la posibilidad de salir de ella y recuperar nuestra soberanía, sino ni siquiera de hacer un balance realista de las ventajas y perjuicios traídos por estos años de «entrada en Europa» (donde siempre estuvimos). De igual modo, ha sido imposible analizar en treinta años las ventajas y perjuicios del estado de las autonomías diseñado en la transición, y solo ahora asistimos a reacciones contra él basadas en las presiones de la crisis económica, pero nuevamente hueras de un análisis sensato y a fondo. Debajo de estas incapacidades se encuentra el prejuicio de que somos un pueblo menor de edad precisado de la tutela de otros considerados –harto arbitrariamente– más serios. Y quienes sostienen eso –muchísimos– son desde luego menores de edad, por decirlo así, pero ¿tendrán razón y lo será también la gran mayoría, a la que pretenden imponer sus pobres ideas?

Por otra parte, ¿cuál es la posición real en la UE y en la OTAN de una nación que soporta una agresiva colonia extranjera en su propio territorio, colonia perteneciente, para más inri, a un país considerado amigo y aliado? ¿O nuestra amistad incondicional con otro país, aliado preferente de aquel que más directamente nos amenaza? Estas graves distorsiones de nuestra posición y política internacional parecen no existir siquiera, todo el mundo prefiere desviar la mirada. Obsérvese que no sostengo que debamos salir de la UE o de la OTAN, sino la más elemental necesidad de analizar y hacer balance de lo que han supuesto para nosotros y adoptar una postura racional al respecto, sea la salida, la permanencia como hasta ahora o la modificación de las condiciones de nuestra integración. Esta silenciosa negativa a enfocar problemas clave se llama estupidez y decadencia política y moral.

O consideremos el carácter de frontera de nuestro país con un mundo islámico en proceso de radicalización, donde van fracasando operaciones políticas o bélicas como las de Líbano, Somalia, Afganistán o Irak, o están siendo derribados regímenes prooccidentales –precisamente en el norte de África, donde más nos afecta– con el suicida apoyo de la UE y la OTAN. La parte islámica de la inmigración suele mirar a España como a su perdido Al Ándalus, y la decadencia demográfica, moral y cultural que percibe en nuestro país como un motivo de esperanza para la vuelta de los antiguos buenos tiempos. Esperanza alentada al constatarse la presencia en España de numerosos donjulianes, baste recordar al muy influyente Juan Luis Cebrián, entre tantísimos otros. Ello empeora la cuestión del expansionismo de Marruecos, el estado más agresivo del Magreb desde su independencia, en proceso de islamización y crisis a medio plazo de su monarquía y fuertemente apoyado por algunos de nuestros aliados. Problema complejo y añadido que, si no se afronta como es debido, puede incidir (lo está haciendo ya) en el peligro de disgregación nacional.

He señalado que, con la llegada de Zapatero al poder, la corrección en marcha, bajo Aznar, de algunas deformidades de la transición se convirtió en su contrario: en una involución basada ideológicamente en las ideas rupturistas alimentadas por los partidos marxistas y separatistas después de la muerte de Franco. No es casual, por tanto, que los siete años zapateriles hayan concluido en una cuádruple crisis, no solo económica sino moral, nacional y democrática. Las tres últimas han ido profundizándose gracias en alta medida a la inanidad intelectual e ideológica del PP, que no ha ejercido realmente de oposición. De no ser por la urgencia de la crisis económica, probablemente el PSOE habría continuado en el poder y agravando la situación de España. Por suerte, los socialistas han perdido las elecciones y ahora debemos preguntarnos qué cabe esperar del PP.

No cabe duda de que el problema más acuciante ahora mismo es el económico, y no se aprecia ante él una postura clara del PP. No podemos saber, a día de hoy, si este partido va a aplicar una política económica adecuada. Sus promesas electorales suenan vanas y contradictorias, aunque quizá se trate solo de los habituales trucos electorales de los políticos mediocres. Como sea, no ha ofrecido ninguna idea original, y probablemente su política se limitará a obedecer las indicaciones de Alemania y Francia, como ya lo iba haciendo el anterior gobierno. Lo que sí sabemos, y ello es lo más alarmante, es que Rajoy y los suyos creen que «la economía lo es todo» y obran en consecuencia. Desde la oposición han sido incapaces de frenar la involución zapateril, y da la impresión de que ni siquiera consideran los gravísimos problemas de otro orden, a la larga mucho peores. Pero el PP prefiere cerrar los ojos ante ellos, lo que, desde luego, no los hará desaparecer; al contrario, empeorará su peligrosidad.

Lo cierto es que España ha llegado al final del ciclo menor abierto por la transición, dentro del ciclo amplio comenzado por la victoria de los nacionales en la guerra civil; y que los desafíos se acumulan. Hoy, al mismo tiempo que la económica, es también muy acuciante la regeneración democrática y nacional frente a las brutales tensiones disgregadoras que sufre el país. Una mala respuesta o una falta de ella pueden resultar catastróficas en un mundo más complicado que nunca.

Pío Moa

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Fuente:

http://www.intereconomia.com/blog/retos-politicos-espana-20120825

Ariofobia, Odio al Blanco, Etnomasoquismo, etc., etc. …

23 julio 2012

Esclarecedor y muy inteligente artículo que nos abre los ojos ante  la realidad de que en Europa, defender nuestra propia cultura, nuestra identidad y las glorias de nuestro pasado está tipificado como delito de «racismo».  Lo cual no ocurre entre otras razas y culturas, como por ejemplo semitas, negros y musulmanes…los cuales se enorgullecen de su historia y de sus creencias, incluso de su raza. Así, dicen ser «el Pueblo Elegido», «Black is beautifull», etc.

Por  consiguiente, con permiso –que presumo—de Leon Riente, reproduzco el siguiente post publicado en el blog Círculo Identitario Nietzsche:

Racismo contra los blancos en la propia Europa

¿Cómo es posible que en Europa, dónde los blancos aún somos mayoría, predomine el racismo contra los blancos sobre otros racismos? Pues a causa tanto del acusado sentimiento racista contra los blancos entre determinados inmigrantes, como de la complicidad de la casta política gobernante, y de la pasividad general de los que sufrimos este racismo creciente y que está en todas partes, los blancos.
El racismo anti-blanco es institucional, pero también simbólico, discursivo, factual, directo, indirecto, cotidiano, macro y microsociológico. En unos estados que se dicen democráticos y que pretenden pasar por tales, este racismo no puede ser explícito cuando es institucional, llegando así la hora triunfal de la neolengua, que invade el discurso público y hasta privado. A este respecto, aún no ha sido suficientemente estudiado el concepto de “discriminación positiva”, que es aquí la forma general y discursiva de encubrir el racismo institucional (que toma la forma de racismo económico, laboral, educativo, social, mediático, judicial) contra la población europea o eurodescendiente. Antes que la discriminación positiva, el propio desorden inmigratorio propiciado por los políticos que gestionan el gobierno, en beneficio de la hiperclase (propietarios y gerentes de multinacionales, financieros internacionales, traficantes de la Bolsa), de las naciones de Europa, supone una forma de racismo, por cuanto la inmigración masiva altera directamente la composición étnica de estas diferentes naciones europeas, es decir, su identidad, algo que no puede ni reivindicarse sin ser acusado de racista. Parece como si a los europeos, a diferencia del resto de grupos raciales, no nos fuera lícito poseer identidad étnica.
Los blancos, la población autóctona de Europa, aún no se ha organizado en masa, ni política ni social ni culturalmente, para su autodefensa. Sí se han organizado, en cambio, algunos inmigrantes, para seguir presionando a favor de más y más privilegios; muchos de estos cuentan con la complicidad de blancos traidores raciales (caso de los oenegetas inmigracionistas y los que les apoyan, los marxistas o los neoliberales). En muchas ocasiones determinados inmigrantes han logrado situarse por encima de la ley.
Encuentra a los blancos traidores
Cuando el racismo anti-blanco no es institucional y, en vez de por el estado, es ejercido por ciertos inmigrantes racistas, cuando escapa al control directo de las autoridades políticas, obligadas a mantener la ficción del respeto a todas las razas, este racismo antieuropeo muestra más claramente su auténtica cara, la de la crueldad y el desprecio, y se hace evidente incluso para algunos nativos sometidos a la propaganda inmigracionista permanente: agresiones gratuitas que algunos miembros de las poblaciones no europeas instaladas en los estados europeos cometen contra los europeos por el color de su piel (blanca), violaciones racistas contra nativas europeas por parte de determinados inmigrantes no europeos (que sistemática, y significativamente, son ignoradas por asociaciones feministas, las mismas que se autoproclaman, a bombo y platillo, defensoras de los “derechos de la mujer”), constantes insultos racistas (“blanquito”, “rubito”) en todo momento y lugar, abusos de todo tipo en la utilización de servicios públicos y privados (no respetar el turno por parte de ciertos inmigrantes que se cuelan en las filas formadas, zarandeos y empujones contra los blancos en el transporte público, control de institutos por parte de grupos de inmigrantes que imponen el terror sobre la mayoría, o minoría, de alumnos blancos, sobre el personal docente, y que revientan las clases, intimidación a funcionarios blancos para obtener trato preferente en distintas oficinas públicas, etc.), cobro, por parte de algunos inmigrantes, a niños españoles por utilizar canchas deportivas públicas. Sobra decir que en el discurso dominante, controlado por la élite, este racismo anti-blanco es, en primer lugar, ignorado; cuando esto es imposible es negado, relativizado, trivializado, ridiculizado e, incluso, en un acto de la más pura endofobia, a veces justificado (sobre todo si se utiliza, por parte de la élite, algún ideologema marxista).
     
¿Por ser blanca me insultas?

Es flagrantemente racista negar las formas de racismo en las que el agente racista no es blanco. En el discurso dominante (tanto político como mediático, académico, social, cultural, etc.) parece como si las creencias, actitudes y actos racistas fueran patrimonio exclusivo de los europeos, cuando sabemos que el racismo puede aparecer, y de hecho aparece, en cualquier pueblo, y que puede ser dirigido contra cualquier pueblo. El racismo no es monopolio europeo.

Si los hechos se desarrollaran al contrario, tendríamos a todos los grupos de presión (autodenominados ONGs) inmigracionistas denunciando el racismo y la xenofobia de los españoles, y a los medios de comunicación oficiales dándoles cancha y espacio propagandístico a mansalva. Por cierto, también es racismo institucional subvencionar, además generosamente, a grupos de presión inmigracionistas y endófobos que, bajo la argucia de presentarse como defensores de los derechos humanos, se dedican a insultar impunemente a los españoles y a calificarlos de racistas. En cambio, nadie habla del racismo más frecuente, del racismo anti-blanco. De hecho nadie, excepto algún medio de comunicación disidente, habla de nada de lo aquí descrito. Pero nosotros sí.
 Publicado también en Alerta Digital.
Publicado por León Riente en 27.3.12
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Nota de IRANIA: Una demostración de que desde 1945 defender la raza europea es tabú y casi delito es que se ha terminado acuñando en el lenguaje popular que la palabra «racismo» significa actitud de menosprecio hacia otras razas, cuando su primera acepción sería afirmación de los valores o cualidades de una raza, sin que ello sea en menoscabo de otras razas; del mismo modo que el amor a la Tierra Patria no implica necesariamente odio a otras naciones ó patrias (de otros).

PLATON : la ortodoxia sexual es natural

18 julio 2012

17 de julio de 2012 by

“Cuando el varón se une con la mujer para procrear, el placer experimentado se supone debido a la Naturaleza, pero es contrario a la Naturaleza cuando un varón se aparea con un varón, o una mujer con una mujer, y aquellos culpables de tales enormidades están impulsados por su esclavitud al placer. Todos censuramos a los cretenses por haber inventado el mito de Ganímedes.”

Fuente: AntologíaRevolucionaria

Fuente (del texto): AntologiaRevolucionaria

PLATON : la ortodoxia sexual es natural

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«Cuando el varón se une con la mujer para procrear, el placer experimentado se supone debido a la Naturaleza, pero es contrario a la Naturaleza cuando un varón se aparea con un varón, o una mujer con una mujer, y aquellos culpables de tales enormidades están impulsados por su esclavitud al placer. Todos censuramos a los cretenses por haber inventado el mito de Ganímedes.»

Fuente: AntologíaRevolucionaria

GUTEN MORGEN, EUROPA!

27 junio 2012

 

 

una ciudad europea bombardeada en la WWII

29 May 2012

 

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Fuente: ORDEN Y CULTURA

 

MAI 2012

25 May 2012

Stalin / «Acero» ó Iosif David Vissarionovich Dzhugashvili

23 May 2012

La bondad de Stalin y el mito del progreso

La fe progresista: Stalin detuvo a los nazis. Todas las atrocidades del dictador georgiano quedan de esta suerte convalidadas. Hacía falta algo tan brutal como el comunismo para derrotar a Hitler, el demonio, la bestia…
Este razonamiento parte del supuesto de que el régimen nacionalsocialista representa el mal absoluto y el comunismo soviético, aunque «malo», ayudó de forma decisiva a vencerlo, ostentando así una virtud. En suma: que Stalin fue al menos relativamente bueno. La «bondad» de Stalin y el mito del progreso.
Pero, ¿en qué se basa la idea de que el nazismo constituyó la encarnación del mal absoluto? En los 6 millones de judíos supuestamente asesinados en cámaras de gas. Sin embargo, antes de que empezara el holocausto en 1943, y cuando Alemania invade Rusia (año 1941), el régimen bolchevique ya había exterminado a 13 millones de personas. Auschwitz no existía todavía ni siquiera en la versión (ya harto dudosa) de la historia académica oficial. O sea que, en cualquier caso, el «mal absoluto» sería a la sazón el comunismo, no el nazismo.
Los hechos posteriores confirman esta percepción: la derrota alemana, obtenida por una alianza mundial que encabezan Estados Unidos, el Imperio Británico y la URSS, desencadenó la expansión territorial del comunismo y, consiguientemente, la liquidación de 100 millones de personas (como poco) a manos de las autoridades marxista-leninistas en Rusia, China y otros países. ¿Progreso?
Si Hitler hubiera ganado, se habría evitado la muerte de 87 millones de personas. Obsérvese que el razonamiento es reversible y mucho más justificado en el caso de la «bondad relativa» de Hitler por una simple cuestión de cifras.
Pero Occidente cree en el progreso, esa religión laica es su droga; debe pues promover la falacia de que la muerte de 87 millones de personas fue «mejor», en algún sentido racional y moral relevante, que la de 6 millones.
Alemanes batiéndose en Stalingrado.
No se entiende, pero es así porque lo manda Hollywood. Que yo sepa, muy pocos se han «apercibido» de lo escandaloso de este razonamiento, marco interpretativo de la historiografía y de la política actuales. Resulta muy duro para un ciudadano occidental tener que aceptar que la historia no «progresa», mas gracias a la «crisis económica» estamos en condiciones de empezar a darnos cuenta de que esa podría ser precisamente la realidad. Realidad que, tal vez, comenzara a forjarse en Stalingrado. Conviene añadir que las víctimas del comunismo fueron acusadas de fascistas. En este punto, la manipulación, el auténtico lavado de cerebro al que hemos sido sometidos los europeos por la propaganda sionista queda en evidencia hasta para el más lerdo. Europa está pagando en estos momentos las últimas consecuencias de semejante construcción ideológica.
La verdad: cuestión filosófica de fondo
Evidentemente, tras la cuestión del genocidio se esconde el meollo filosófico de un enfrentamiento entre el fascismo y el binomio capitalismo/comunismo que va mucho más allá.  Aunque ya nos hemos referido a este tema en otras entradas, y encima de forma nada anecdótica, quizá convenga resumir aquí el fondo del asunto.
La cantinela hipócrita de los seis millones y de las cámaras de gas, que no se nutre sólo del filón numérico sino del aspecto «cualitativo» del exterminio (industrias de la muerte, etc), ha sido alegada como argumento narrativo para justificar la diabolización del régimen nacionalsocialista. Se trata de una imagen fácil que puede utilizarse tanto en la propaganda de masas cuanto en sesudos estudios académicos de historia contemporánea y antropología cultural. En realidad, el problema es otro. Si nuestros antifascistas fueran santones de los derechos humanos no habrían perpetrado, consentido u ocultado, hasta el día de hoy, crímenes de masas iguales o incluso mucho peores que los de sus adversarios fascistas.Y en cuanto al aspecto tecnológico del asesinato de civiles, nada hubo más sofisticado que la bomba de Hiroshima.
Por una parte, se pretende que el fascismo en general carecía de ideología, era puro oportunismo táctico para la conquista y acrecentamiento del poder. Incluso historiadores antifascistas que osaron cuestionar este dogma han sido insultados, es el caso del italiano Emilio Gentile (a él nos referiremos en otra entrada). En la actualidad, la existencia de una doctrina, de unos valores, de unos «ideales» fascistas, es empero admitida ya -a regañadientes- por los académicos del sistema. Un segundo dogma es que el fascismo (y usamos aquí el término en un sentido genérico, planteamiento también discutible o, al menos, sujeto a importantes matizaciones) pertenece a la extrema derecha, a la «reacción» frente al «progreso». En suma, que el fascismo propugna un retorno al pasado anterior a la Revolución Francesa, ignorándose con ello de fenómenos culturales tan importantes como el futurismo. Por no hablar de Nietzsche, fuente filosófica del ideario fascista.

Me-262, el pionero avión a reacción alemán: modernidad fascista.

Ya Payne establece distinciones entre derecha radical, derecha conservadora y fascismo (revolucionario), pero quizá la última aportación para la demolición del segundo dogma es la obra de Roger Griffin «Modernismo y fascismo» (2010, versión inglesa original del 2007). Puede afirmarse, así, sin temor a incurrir en desvarío, que el fascismo constituye una alternativa moderna a la modernidad burguesa cristiano-secularizada, comunista o liberal. La diferencia que opone a ambas «modernidades» es una cuestión de valores, o sea, filosófica. Mientras la modernidad burguesa, de la que depende también el comunismo en el concepto axiológico, apela a la felicidad y a un «progreso» que conduce al «paraíso social» (en sus distintas versiones), el valor fundamental del fascismo será la verdad. La opción fascista era coherente con un elemento crucial de la modernidad, a saber, la ciencia, de suerte que el nacionalsocialismo se erigió como alternativa potencialmente exitosa de civilizacion frente a sus rivales hedonistas. La modernidad progresista, comunista y capitalista, tenía que aliarse así a escala planetaria, por un imperativo ideológico y casi de supervivencia, para destruir, en su germen, la construcción de un imperio alemán que habría operado como centro político de una cultura europea unificada y opuesta tanto a Occidente como a la Unión Soviética.
De todo lo dicho no se puede desprender que la alternativa fascista fuera «válida», sin más. El fascismo niega el progreso como avance hacia una felicidad colectica definitiva, no el desarrollo tecnológico, ciertamente, pero el fascismo alemán, por ejemplo, al cuestionar, con razón, el mito burgués de la unidad del género humano en nombre de la ciencia biológica, preparaba el terreno para legitimar y reintroducir en la historia instituciones como la esclavitud (de determinadas razas). De hecho, el fascismo adolecía de una contradicción fundamental en el corazón mismo de las ideas que le proporcionaron su arrolladora fuerza inicial. En el caso de que el fascismo fuese una ideología plenamente vigente, nosotros nos proclamaríamos fascistas sin dudarlo ni un momento, pero la crítica del antifascismo lo es también de su ceguera para captar honestamente la realidad del fascismo, que incluye la evidencia palmaria de dicha contradicción interna. No nos referiremos a ella en esta entrada, sino en otra que estamos preparando sobre «La esencia del fascismo». La crítica del antifascismo no sólo nos permite de este modo superar la ideología oligárquica imperante, sino el propio fascismo como figura transitoria de una modernidad antiburguesa que anhelamos y que cada vez será más necesario clarificar en sus fundamentos últimos. El camino sigue siendo la alternativa moderna al capitalismo (lo único que queda de la modernidad burguesa tras el colapso del comunismo) y apunta a la verdad como valor ético, que el fascismo quiso hacer suyo. Es menester trascender, por una cuestión ideológica y filosófica intrínseca y no por el puro oportunismo de eludir la dura estigmatización que comporta declararse abiertamente «fascista», el modelo de modernidad antiburguesa acuñado por el fascismo y el nacionalsocialismo. La clave de esta problemática se encuentra en la filosofía y, en concreto, en la obra de Heidegger. A ello estamos dedicando nuestro esfuerzo.  Qué duda cabe, el enemigo seguirá calificándonos de «fascistas». No vamos a eludir el peso de esta inevitable carga.
Jaume Farrerons
23 de mayo de 2012

http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2011/03/la-frase-de-zinoviev.html
http://nacional-revolucionario.blogspot.com.es/2011/04/la-frase-de-zinoviev-2.html
Este post ha sido censurado en el foro «La Burbuja Inmobiliaria».

La «desinformación» informativa… del «Ministro de la Verdad»…

9 May 2012

 

…Cuando los datos presuntamente informativos son abrumadoramente abundantes tratar de decubrir o conocer lo que más se acerque a la realidad objetiva es tarea muy difícil… Es posible que las medias verdades y las medias mentiras estén repartidas emn proporciones parejas…. Nuestra misión y desafío es distinguirlas…

Aquí tenemos un blog ( http://winstonsmithministryoftruth.blogspot.com.es) que tiene muy interesantes y sorprendentes informaciones. Probablemente en su mayoría son ciertas… pero, siempre queda  la duda…En todo caso, está inspirado en el Ministerio de la Verdad que George Orwell describió en su profético libro «1984»…

Friday, 31 December 2010

Non-Jews are dogs

Jewish professor Sacha Stern writes:

«The non-Jews are considered similar to dogs; they are even, according to the Mekhilta, of a lesser account than dogs. Ishmael, the ancestor of the Arabs, is «equal to a dog», for both he and the dog eat carrion. Eating together with an uncircumcised is like eating together with a dog: for a dog is also uncircumcised. R. Akiva told Turnus Rufus that he appeared to him in a dream as a dog, and with good reason: for ‘what is the difference between you and dogs-you eat and drink, and so do they, you bear fruits and multiply, and so do they, you will eventually die, and so will they.’

It is quite clear that these statements aim at conveying that the non-Jews share
the general features of the animal world, and particularly the lowliness of dogs.»
Jewish professor Israel Shahak writes:
«Thus an Orthodox Jew learns from his earliest youth, as part of his sacred studies, that
Gentiles are compared to dogs, that it is a sin to praise them, and so on and so forth.»
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Fuente:

Thursday, 30 December 2010

«A woman is a sack full of excrement»

The Talmud, the highest authority in Rabbinical Judaism, has some charming things to say on the fairer sex:

Professor Israel Shahak of the Hebrew University of Jerusalem, a survivor of the Warsaw Ghetto & Nazi concentration camp Bergen-Belsen writes:
«The numerous misogynistic statements in the Talmud and in talmudic literature constitute a part of every Haredi male’s sacred study. The statement in Tractate Shabat, page 152b, defining a woman is exemplary: ‘A woman is a sack full of excrement.'» page 38

The Soncino, English language edition of the Babylonian Talmud, Shabbath 152a reads:
«Though a woman be as a pitcher full of filth and her mouth full of blood, yet all speed after her.» source
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Fuente:

«¡miente… que algo queda!»

19 abril 2012

El saludo neonazi de Breivik

«Si hay una figura que odio es Adolf Hitler» (Anders B. Breivik, «Manifiesto 2083»)
Hoy leemos con sorpresa en «La Vanguardia» (17-4-12, p. 3) que Breivik «exhibe un peculiar saludo neonazi» (sic)  antes de sentarse en el banquillo de los acusados. No creo que hayamos sido los únicos en saltar de la silla ante tan repugnante manipulación. El gesto chulesco de Breivik, con el puño cerrado, no es fascista ni neonazi, sino una suerte de saludo comunista con el brazo extendido. Tan válido habría resultado anotar que se trataba de un peculiar saludo hitleriano, cuan de un peculiar saludo bolchevique. En ambos casos estaríamos ante una falsedad, una mentira consciente, siendo así que en sus escritos ideológicos, por llamarlos de alguna manera, Breivik se pronunció contra el nazismo tanto como contra el comunismo.
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Nota de TRESMONTES:
Cuando se atribuye a Goebbels la frase de que «una  mentira repetida mil veces se convierte en verdad»… ya se está mintiendo… porque esa frase no es original de Goebbels… sino de la práctica de la propaganda soviética… Lo que realmente dijo Goebbels es que esa frase no responde a la realidad…
Es notorio que todos los medios de comunicación mienten  cuando dicen que el asesino de Oslo (que en su Manifiesto afirma odia a Hitler y a Quisling) hizo el «saludo nazi», el «romano», el «fascista», el «neonazi», etc., ó como lo quieran llamar. Lo cierto es que es un enfermo mental cuyo cerebro ha razonado en función de la realidad social, política y demográfica  creada en Europa desde que en los años sesenta del siglo XX se abrieron las fronteras de Europa para que entraran todo tipo de gentes del mundo entero… Lo cual, se mire como se mire, es  que Europa es víctima de una colonización que no sólo no la «enriquece»… sino que la aboca a un futuro tenebroso… Y esto no lo piensan los «nazis» sino cualquiera que conozca la historia de Europa y, por ejemplo, las causas de la caida del Imperio Romano… aunque en aquella ocasión los «bárbaros» invasores,  fueron, por otra parte, fermento de revitalización biológica…
Fuente del post de arriba:

…SE INTENTÓ MATAR DE HAMBRE A ALEMANIA

12 abril 2012

http://mises.org/daily/4308

En la dirección de arriba se informa de cómo en el siglo XX, reiteradamente se intentó destruir a Alemania mediante el genocidio, siendo éste un tema tabú silenciado en todos los medios de comunicación…desde 1945. Seguidamente publicamos la citada información en versión original:

The Blockade and Attempted Starvation of Germany

Mises Daily:Friday, May 07, 2010 by

[The Politics of Hunger: Allied Blockade of Germany, 1915-1919 • By C. Paul Vincent • Ohio University Press (1985) • 185 pages. This review was first published in the Review of Austrian Economics 3, no. 1.]

The Politics of Hunger: Allied Blockade of Germany, 1915-1919

States throughout history have persisted in severely encumbering and even prohibiting international trade. Seldom, however, can the consequences of such an effort — the obvious immediate results as well as the likely long-range ones — have been as devastating as in the case of the Allied (really, British) naval blockade of Germany in the First World War. This hunger blockade belongs to the category of forgotten state atrocities of the twentieth century. (Similarly, who now remembers the tens of thousands of Biafrans starved to death during the war of independence through the policy of the Nigerian generals supported by the British government?) Thus, C. Paul Vincent, a trained historian and currently library director at Keene State College in New Hampshire, deserves our gratitude for recalling it to memory in this scholarly and balanced study.

Vincent tellingly recreates the atmosphere of jubilation that surrounded the outbreak of the war that was truly the fateful watershed of the twentieth century. While Germans were overcome by an almost mystical sense of community (the economist Emil Lederer declared that now Gesellschaft [Society] had been transformed into Gemeinschaft [Community]), the British gave themselves over to their own patented form of cant. The socialist and positivist utopian H.G. Wells, for instance, gushed: «I find myself enthusiastic for this war against Prussian militarism. … Every sword that is drawn against Germany is a sword drawn for peace.» Wells later coined the mendacious slogan «the war to end war.»

As the conflict continued, the state-socialist current that had been building for decades overflowed into massive government intrusions into every facet of civil society, especially the economy. The German Kriegssozialismus that became a model for the Bolsheviks on their assumption of power is well known, but, as Vincent points out: «the British achieved control over their economy unequaled by any of the other belligerent states.»

Everywhere state seizure of social power was accompanied and fostered by propaganda drives unparalleled in history to that time. In this respect, the British were very much more successful than the Germans, and their masterly portrayal of the «Huns» as the diabolical enemies of civilization, perpetrators of every imaginable sort of «frightfulness,»[1] served to mask the single worst example of barbarism in the whole war, aside from the Armenian massacres.

This was what Lord Devlin frankly calls «the starvation policy» directed against the civilians of the Central Powers (particularly Germany),[2] the plan that aimed, as Winston Churchill, First Lord of the Admiralty in 1914 and one of the framers of the scheme, admitted, to «starve the whole population — men, women, and children, old and young, wounded and sound — into submission.»[3]

The British policy was in contravention of international law on two major points.[4] First, in regard to the character of the blockade, it violated the Declaration of Paris of 1856, which Britain itself had signed, and which, among other things, permitted «close» but not «distant» blockades. A belligerent was allowed to station ships near the three-mile limit to stop traffic with an enemy’s ports; it was not allowed simply to declare areas of the high seas comprising the approaches to the enemy’s coast to be off-limits.

This is what Britain did on November 3,1914, when it announced, allegedly in response to the discovery of a German ship unloading mines off the English coast, that henceforth the whole of the North Sea was a military area, which would be mined and into which neutral ships proceeded «at their own peril.» Similar measures in regard to the English Channel insured that neutral ships would be forced to put into British ports for sailing instructions or to take on British pilots. During this time they could easily be searched, obviating the requirement of searching them on the high seas.

This introduces the second and even more complex question: that of contraband. Briefly, following the lead of the Hague Conference of 1907, the Declaration of London of 1909 considered food to be «conditional contraband,» that is, subject to interception and capture only when intended for the use of the enemy’s military forces. This was part of the painstaking effort, extending over generations, to strip war of its most savage aspects by establishing a sharp distinction between combatants and noncombatants. Among the corollaries of this was that food not intended for military use could legitimately be transported to a neutral port, even if it ultimately found its way to the enemy’s territory. The House of Lords had refused its consent to the Declaration of London, which did not, consequently, come into full force. Still, as the US government pointed out to the British at the start of the war, the declaration’s provisions were in keeping «with the generally recognized principles of international law.» As an indication of this, the British admiralty had incorporated the Declaration into its manuals.

The British quickly began to tighten the noose around Germany by unilaterally expanding the list of contraband and by putting pressure on neutrals (particularly the Netherlands, since Rotterdam more than any other port was the focus of British concerns over the provisioning of the Germans) to acquiesce in its violations of the rules. In the case of the major neutral, the United States, no pressure was needed. With the exception of the beleaguered secretary of state, William Jennings Bryan, who resigned in 1915, the American leaders were amazingly sympathetic to the British point of view. For example, after listening to complaints from the Austrian ambassador on the illegality of the British blockade, Colonel House, Wilson’s intimate advisor on foreign affairs, noted in his diary: «He forgets to add that England is not exercising her power in an objectionable way, for it is controlled by a democracy.»[5]

The Germans responded to the British attempt to starve them into submission by declaring the seas around the British Isles a «war zone.» Now the British openly announced their intention of impounding any and all goods originating in or bound for Germany. Although the British measures were lent the air of reprisals for German actions, in reality the great plan was hatched and pursued independently of anything the enemy did or refrained from doing:

The War Orders given by the Admiralty on 26 August [1914] were clear enough. All food consigned to Germany through neutral ports was to be captured and all food consigned to Rotterdam was to be presumed consigned to Germany. … The British were determined on the starvation policy, whether or not it was lawful.[6]

The effects of the blockade were soon being felt by the German civilians. In June 1915, bread began to be rationed. «By 1916,» Vincent states, «the German population was surviving on a meager diet of dark bread, slices of sausage without fat, an individual ration of three pounds of potatoes per week, and turnips,» and that year the potato crop failed. The author’s choice of telling quotations from eye witnesses helps to bring home to the reader the reality of a famine such as had not been experienced in Europe outside of Russia since Ireland’s travail in the 1840s. As one German put it: «Soon the women who stood in the pallid queues before shops spoke more about their children’s hunger than about the death of their husbands.»

An American correspondent in Berlin wrote:

Once I set out for the purpose of finding in these food-lines a face that did not show the ravages of hunger. … Four long lines were inspected with the closest scrutiny. But among the 300 applicants for food there was not one who had had enough to eat for weeks. In the case of the youngest women and children the skin was drawn hard to the bones and bloodless. Eyes had fallen deeper into the sockets. From the lips all color was gone, and the tufts of hair which fell over the parchmented faces seemed dull and famished — a sign that the nervous vigor of the body was departing with the physical strength.

Vincent places the German decision in early 1917 to resume and expand submarine warfare against merchant shipping — which provided the Wilson administration with its final pretext for entering the war — in the framework of collapsing German morale. The German U-boat campaign proved unsuccessful and, in fact, by bringing the United States into the conflict, aggravated the famine.

«Soon the women who stood in the pallid queues before shops spoke more about their children’s hunger than about the death of their husbands.»

«Wilson ensured that every loophole left open by the Allies for the potential reprovisioning of Germany was closed … even the importation of foodstuffs by neutrals was prevented until December 1917.» Rations in Germany were reduced to about one thousand calories a day. By 1918, the mortality rate among civilians was 38 percent higher than in 1913; tuberculosis was rampant, and, among children, so were rickets and edema. Yet, when the Germans surrendered in November 1918, the armistice terms, drawn up by Clemenceau, Foch, and Pétain, included the continuation of the blockade until a final peace treaty was ratified.

In December 1918, the National Health Office in Berlin calculated that 763,000 persons had died as a result of the blockade by that time; the number added to this in the first months of 1919 is unknown.[7] In some respects, the armistice saw the intensification of the suffering, since the German Baltic coast was now effectively blockaded and German fishing rights in the Baltic annulled.

One of the most notable points in Vincent’s account is how the perspective of «zoological» warfare, later associated with the Nazis, began to emerge from the maelstrom of ethnic hatred engendered by the war. In September 1918, one English journalist, in an article titled «The Huns of 1940,» wrote hopefully of the tens of thousands of Germans now in the wombs of famished mothers who «are destined for a life of physical inferiority.»[8] The «famous founder of the Boy Scouts, Robert Baden-Powell, naively expressed his satisfaction that the German race is being ruined; though the birth rate, from the German point of view, may look satisfactory, the irreparable harm done is quite different and much more serious.»

Against the genocidal wish-fantasies of such thinkers and the heartless vindictiveness of Entente politicians should be set the anguished reports from Germany by British journalists and, especially, army officers, as well as by the members of Herbert Hoover’s American Relief Commission. Again and again they stressed, besides the barbarism of the continued blockade, the danger that famine might well drive the Germans to Bolshevism. Hoover was soon persuaded of the urgent need to end the blockade, but wrangling among the Allies, particularly French insistence that the German gold stock could not be used to pay for food, since it was earmarked for reparations, prevented action.

In early March 1919, General Herbert Plumer, commander of the British Army of Occupation, informed Prime Minister Lloyd George that his men were begging to be sent home; they could no longer stand the sight of «hordes of skinny and bloated children pawing over the offal» from the British camps. Finally, the Americans and British overpowered French objections, and at the end of March, the first food shipments began arriving in Hamburg. But it was only in July, after the formal German signature to the Treaty of Versailles, that the Germans were permitted to import raw materials and export manufactured goods.

Besides the direct effects of the British blockade, there are the possible indirect and much more damaging effects to consider. A German child who was ten years old in 1918, and who survived, was twenty-two in 1930. Vincent raises the question of whether the miseries and suffering from hunger in the early, formative years help account to some degree for the enthusiasm of German youth for Nazism later on. Drawing on a 1971 article by Peter Loewenberg, he argues in the affirmative.[9] Loewenberg’s work, however, is a specimen of psychohistory and his conclusions are explicitly founded on psychoanalytic doctrine.

Although Vincent does not endorse them unreservedly, he leans toward explaining the later behavior of the generation of German children scarred by the war years in terms of an emotional or nervous impairment of rational thought. Thus, he refers to «the ominous amalgamation of twisted emotion and physical degradation, which was to presage considerable misery for Germany and the world» and which was produced in large part by the starvation policy.

But is such an approach necessary? It seems perfectly plausible to seek for the mediating connections between exposure to starvation (and the other torments caused by the blockade) and later fanatical and brutal behavior in commonly intelligible (though, of course, not thereby justifiable) human attitudes generated by the early experiences. These attitudes would include hatred, deep-seated bitterness and resentment, and a disregard for the value of life of «others» because the value of one’s «own» life had been so ruthlessly disregarded.

A starting point for such an analysis could be Theodore Abel’s 1938 work, Why Hitler Came into Power: An Answer Based on the Original Life Stories of Six Hundred of His Followers. Loewenberg’s conclusion after studying this work is that «the most striking emotional affect expressed in the Abel autobiographies are the adult memories of intense hunger and privation from childhood.»[10] An interpretation that would accord the hunger blockade its proper place in the setting for the rise of Nazi savagery has no particular need for a psychoanalytical or physiological underpinning.

Occasionally Vincent’s views on issues marginal to his theme are distressingly stereotyped: he appears to accept an extreme Fischer-school interpretation of guilt for the origin of the war as adhering to the German government alone, and, concerning the fortunes of the Weimar Republic, he states: «That Germany lost this opportunity is one of the tragedies of the twentieth century. … Too often the old socialists seemed almost terrified of socialization.»

The cliché that, if only heavy industry had been socialized in 1919, then German democracy could have been saved, was never very convincing.[11] It is proving less so as research begins to suggest that it was precisely the Weimar system of massive state intervention in the labor markets and the advanced welfare-state institutions (the most «progressive» of their time) that so weakened the German economy that it collapsed in the face of the Great Depression.[12] This collapse, particularly the staggering unemployment that accompanied it, has long been considered by scholars to have been a major cause of the Nazi rise to power in 1930–33.

These are, however, negligible points in view of the service Vincent has performed both in reclaiming from oblivion past victims of a murderous state policy and in deepening our understanding of twentieth-century European history. There has recently occurred in the Federal Republic of Germany a «fight of historians» over whether the Nazi slaughter of the European Jews should be viewed as «unique» or placed within the context of other mass murders, specifically the Stalinist atrocities against the Ukrainian peasantry.[13] Vincent’s work suggests the possibility that the framework of the discussion ought to be widened more than any of the participants has so far proposed.

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Ralph Raico, Professor Emeritus in European history at Buffalo State College is a senior fellow of the Mises Institute. He is a specialist on the history of liberty, the liberal tradition in Europe, and the relationship between war and the rise of the state. He is the author of The Place of Religion in the Liberal Philosophy of Constant, Tocqueville, and Lord Acton. You can study the history of civilization under his guidance here: MP3-CD and Audio Tape. Send him mail. See Ralph Raico’s article archives.

This review was first published in the Review of Austrian Economics 3, no. 1.

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Notes

[1] Cf. H.C. Peterson, Propaganda for War. The Campaign against American Neutrality, 1914–1917 (Norman, Okla.: University of Oklahoma Press, 1939), especially pp. 51-70, on propaganda regarding German «atrocities.»

[2] Patrick Devlin, Too Proud to Fight: Woodrow Wilson’s Neutrality (New York: Oxford University Press, 1975), pp. 193–98.

[3] Cited in Peterson, Propaganda, p. 83.

[4] Cf. Devlin, Too Proud to Fight, pp. 158–67,191–200; and Thomas A. Bailey and Paul B. Ryan, The Lusitania Disaster: An Episode in Modern Warfare and Diplomacy (New York: Free Press, 1975), pp. 27–33.

[5] Cited in Walter Millis, Road to War: America, 1914–1917 (Boston: Houghton Mifflin, 1935), p. 84. The US government’s bias in favor of the Allied cause is well documented. Thus, even such an «establishment» diplomatic historian as the late Thomas A. Bailey, in his A Diplomatic History of the American People, 9th ed. (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1974), p. 572, states: «The obvious explanation of America’s surprising docility [in the face of British violations of neutrals’ rights] is that the Wilson administration was sympathetic with the Allies from the beginning.» The partisanship of Wilson, his advisor Colonel House, Secretary of State Robert Lansing, and, especially, the American ambassador to England, Walter Hines Page, is highlighted in Bailey’s even-handed account of the entry of the United States into the war (pp. 562–95). The reader may find it an interesting exercise to compare Bailey’s treatment with that from a newer generation of «establishment» authority, Robert H. Ferrell, American Diplomacy: A History, 3rd ed. (New York: Norton, 1975), pp. 456–74. Ferrell gives no hint of the administration’s bias toward Britain. Of the notorious British propaganda document luridly detailing the nonexistent German atrocities in Belgium, he writes: «It is true that in the light of postwar investigation the veracity of some of the deeds instanced in the Bryce Report has come into question» (p. 462). (On the Bryce Report, see Peterson, Propaganda, pp. 53-58, and Phillip Knightley, The First Casualty [New York: Harcourt Brace Jovanovich, 1975], pp. 83–84.) Ferrell’s account could itself pass muster as somewhat refined Entente propaganda. Lest American college students miss the moral of his story, he ends with the assertion: «It was certainly in the interest of national security to go to war … logic demanded entrance.»

[6] Devlin, Too Proud to Fight, pp. 193, 195.

[7] The British historian Arthur Bryant, writing in 1940, put the figure even higher, at 800,000 for the last two years of the blockade, «about fifty times more than were drowned by submarine attacks on British shipping.» Cited in J.F.C. Fuller, The Conduct of War, 1789–1961 (London: Eyre & Spottiswoode, 1961), p. 178.

[8] F.W. Wile, «The Huns of 1940,» Weekly Dispatch, September 8,1918. Vincent notes that he is citing the article from a book published in Stuttgart in 1940.

[9] Peter Loewenberg, «The Psychohistorical Origins of the Nazi Youth Cohorts,» American Historical Review 76, no. 5 (December 1971): 1457–502. Loewenberg writes, for instance:

The war and postwar experiences of the small children and youth of World War I explicitly conditioned the nature and success of National Socialism. The new adults who became politically effective after 1929 and who filled the ranks of the SA and the other paramilitary party organizations … were the children socialized in the First World War. (p. 1458)

[10] Ibid., p. 1499.

[11] The leading advocate of socialization in Germany after the war was Emil Lederer, whose remarks about Gemeinschaft and Gesellschaft were cited previously. He denied, however, that the socialized economy would be more productive than capitalism. See Karl Pribram, A History of Economic Reasoning (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1983), p. 382.

[12] The recent debate among German economic historians on this question is discussed in Jürgen von Kruedener, «Die Überforderung der Weimarer Republik als Sozialstaat,» Geschichte und Gesellschaft 11, no. 3 (1985): 358-76.

[13] Historiker- «Streit.» Die Dokumentation der Kontroverse um die Einzigartigkeit der nationalsozialistischen Judenvernichtung (Munich: Piper, 1987).

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TRADUCCIóN AL CASTELLANO:

Los estados a lo largo de la historia han persistido en dificultar severamente e incluso prohibir el comercio internacional. Sin embargo, casi nunca las consecuencias de dicho intento (tanto en los resultados evidentes inmediatos como probablemente en los de largo plazo) pueden haber sido tan devastadoras como en el casi del bloqueo naval aliado (realmente británico) a Alemania en la Primera Guerra Mundial. Este bloqueo de hambre pertenece a la categoría de las atrocidades estatales olvidadas del siglo XX. (Igualmente, ¿quién recuerda hoy a las decenas de biafreños muertos por hambre durante la guerra de independencia por la política de los generales nigerianos apoyados por el gobierno británico?) Así, C. Paul Vincent, un veterano historiador y actualmente director de la biblioteca, en el Keene State College en New Hampshire, merece nuestra gratitud por traerlo a la memoria en este estudio erudito y equilibrado.
Vincent recrea eficazmente la atmósfera de júbilo que rodeó al estallido de la guerra que fue en realidad el hito funesto del siglo XX. Mientras que los alemanes estaban poseídos por un sentido casi místico de comunidad (el economista Emil Lederer declaraba que ahora la Gesellschaft [sociedad] se había transformado en Gemeinschaft[comunidad]), los británicos se entregaban a propia forma patentada de hipocresía. El socialista y utópico positivista H.G. Wells, por ejemplo, decía efusivamente: “Me encuentro entusiasmado por esta guerra contra el militarismo prusiano. (…) Toda espada que se empuñe contra Alemania, es una espada que se empuña por la paz”. Well acuñó más tarde el falso lema: “la guerra para acabar con la guerra”.
Mientras continuaba el conflicto, el actual estado socialista que se había venido construyendo durante décadas se desbordó con masivas intrusiones del gobierno en todas las facetas de la sociedad civil, especialmente en la economía. El Kriegssozialismusalemán que se convertiría en un modelo para los bolcheviques en su ascenso al poder es bien conocido, pero, como apunta Vincent: “los británicos alcanzaron un control sobre toda la economía sin parangón con ningún otro estado beligerante”.
En todas partes la apropiación del poder social por el estado estaba acompañada y estimulada por labores de propaganda sin precedentes en la historia. A este respecto, los británicos tuvieron mucho más éxito que los alemanes y su magistral retrato de los “hunos”como diabólicos enemigos de la civilización, perpetradores de todo tipo de“horror” imaginable,[1]servía para enmascarar el peor ejemplo de barbarie de toda la guerra, aparte de las masacres armenias.
A éste lo llama abiertamente Lord Devlin, “la política del hambre”, dirigida contra los civiles de las Potencias Centrales (particularmente Alemania),[2] el plan que se dirigía, como admitía Winston Churchill, Primer Lord del Almirantazgo en 1914 y uno de los redactores del plan, a “hacer pasar hambre a toda la población (hombres, mujeres y niños, jóvenes y viejos, heridos y sanos) para que se rinda”.[3]
La política británica contradecía el derecho internacional en dos puntos principales.[4]Primero, respecto del carácter del bloqueo, violaba la Declaración de París de 1856, que había firmado la propia Gran Bretaña y que, entre otras cosas, permitía bloqueos “cercanos”, pero no “distantes”. Se permitía a un beligerante estacionar buques cerca del límite de las tres millas para detener el tráfico con puertos enemigos; no se permitía sencillamente declarar áreas de alta mar que incluyeran las aproximaciones a la costa enemiga fuera de esos límites.
Eso es lo que hizo Gran Bretaña el 3 de noviembre de 1914, cuando anunció, supuestamente en respuesta al descubrimiento de un barco alemán desplegando minas cerca de la costa inglesa, que desde entonces todo el Mar del Norte era área militar, que podía minarse y en la que los barcos neutrales actuarían “bajo su propio riesgo”. Medidas similares respecto del Canal de la Mancha aseguraban que los barcos neutrales se vieran obligados a arribar a puertos ingleses para recibir instrucciones de navegación o recoger pilotos ingleses. Durante este periodo podían ser revisados, evitando el requisito de buscarlos en alta mar.
Eso introduce la segunda y aún más compleja cuestión: la del contrabando. En pocas palabras, siguiendo el camino de la Conferencia de La Haya de 1907, la Declaración de Londres de 1909 consideraba que la comida era “contrabando condicional”, es decir, estaba sujeta a intercepción y captura solo cuando s dirigía al uso de las fuerzas militares del enemigo. Esto era parte del meticuloso trabajo, extendido durante generaciones, de quitar a la guerra sus aspectos más salvajes estableciendo una clara distinción entre combatientes y no combatientes. Entre los corolarios de esto estaba que la comida que no tuviera un uso militar podía transportarse legítimamente a un puerto neutral, incluso si acabara llegando al territorio enemigo. La Cámara de los Lores había rechazado dar su consentimiento a la Declaración de Londres, que, en consecuencia, no tenía vigencia plena. Aún así, como apuntó el gobierno de EEUU al británico al inicio de la guerra, las provisiones de la declaración en general seguían “los principios generalmente reconocidos del derecho internacional”. Como una indicación de esto, el almirantazgo inglés había incorporado la Declaración a sus manuales.
Los británicos empezaron pronto a apretar el dogal alrededor de Alemania expandiendo unilateralmente la lista del contrabando y presionando a los neutrales (especialmente a Holanda, ya que Rotterdam, más que ningún otro puerto, era el foco de las preocupaciones inglesas respecto del aprovisionamiento de los alemanes) para que consintieran sus violaciones de las leyes. En el caso del neutral más importante, Estados Unidos, no hizo falta ninguna presión. Con la excepción del atribulado secretario de estado, William Jennings Bryan, que dimitió en 915, los líderes estadounidenses fueron asombrosamente simpatizantes con el punto de vista británico. Por ejemplo, después de escuchar las quejas del embajador austriaco sobre la legalidad del bloqueo británico, el coronel House, el íntimo asesor de Wilson en asuntos exteriores, apuntaba en su diario: “Olvida añadir que Inglaterra no está ejercitando su poder de una forma objetable, pues está controlada por una democracia”.[5]
Los alemanes respondieron al intento británico rendirles por hambre declarando a los mares alrededor de las Islas Británicas como “zona de guerra”. Entonces los británicos anunciaron abiertamente su intención de incautarse de todos y cada uno de los bienes originados o en camino hacia Alemania. Aunque a las medidas británicas se les dio el aspecto de represalias por las acciones alemanas, en realidad el gran plan se habría urdido y realizado independientemente de cualquier cosa que hiciera o dejara de hacer el enemigo:
Las Órdenes de Guerra del Almirantazgo del 26 de agosto [de 1914] eran muy claras. Iba a capturarse toda la comida consignada a Alemania a través de puertos neutrales e iba a considerarse que toda la comida consignada a Rotterdam estaba consignada a Alemania. (…) Los británicos estaban determinados en su política del hambre, fuera ajustada a derecho o no.[6]
Los efectos del bloqueo se sintieron pronto entre los civiles alemanes. En junio de 1915, el pan empezó a estar racionado. “En 1916”, dice Vincent, “la población alemana sobrevivía con una mísera dieta de pan negro, rodajas de salchichas sin grasa, una ración individual de tres libras de patatas por semana y nabos” y en ese año se perdió la cosecha de patatas. La elección del autor de contar citas de testigos oculares para llevar al lector la realidad de una hambruna como no se había experimentado en Europa fuera de Rusia desde las tribulaciones irlandesas de la década de 1840. Como decía un alemán: “Pronto las mujeres que esperaban en las pálidas colas hablaron más del hambre de sus hijos que de la muerte de sus maridos.
Un corresponsal estadounidense en Berlín escribía:
Una vez salí con el propósito de encontrar en estas colas de comida una cara que no mostrara los estragos del hambre. (…) Inspeccioné con cuidado cuatro largas colas. Pero entre los 300 buscadores de comida no había nadie que hubiera tenido suficiente para comer durante semanas. En el caso de las mujeres y niños más jóvenes, la piel se había pegado a los huesos y no tenía sangre. Los ojos se habían hundido en las cuencas. Había desparecido todo el color en los labios, y los mechones de pelo que caían sobre las caras apergaminadas parecían lacios y famélicos (una señal de que el vigor nervioso del cuerpo desaparecía con la fortaleza física).
Vincent pone la decisión alemana de principios de 1917 de reanudar y extender la guerra submarina contra la marina mercante (que proporcionó a la administración Wilson su pretexto final para entrar en guerra) en el marco del desmoronamiento de la moral alemana. La campaña de los U-boat alemanes resultó un fracaso y, de hecho, al hacer entrar a Estados Unidos en el conflicto, agravó la hambruna.
“Wilson garantizó que se cerrara toda laguna jurídica dejada abierta por los aliados (…) incluso la importación de alimentos por los neutrales se prohibió hasta diciembre de 1917”. Las raciones en Alemania se redujeron a alrededor de mil calorías por día. En 1918, la tasa de mortalidad entre los civiles en un 38% mayor que la de 1913, proliferaba la tuberculosis y, entre los niños, también el raquitismo y los edemas. Aún así, cuando los alemanes se rindieron en noviembre de 1918, los términos del armisticio, redactados por Clemenceau, Foch y Pétain, incluían la continuación del bloqueo hasta que se ratificara el tratado final de paz.
En diciembre de 1918, la Oficina de Salud Nacional en Berlín calculaba que 763.000 personas habían muerto hasta entonces como consecuencia del bloqueo: la cifra adicional a ésta en los primeros meses de 1919 se desconoce.[7] En algunos aspectos, el armisticio supuso la intensificación del sufrimiento, ya que la costa alemana del Báltico estaba ahora efectivamente bloqueada y anulados los derechos de pesca en el Báltico.
Uno de los puntos más notables en la explicación de Vincent es cómo la perspectiva de una guerra “zoológica”,luego asociada con los nazis, empezó a aparecer en la vorágine del odio étnico engendrado por la guerra. En septiembre de 1918, un periodista inglés, en un artículo titulado “Los hunos de 1940”, escribía con optimismo de las decenas de miles de alemanes ahora en los vientres de mujeres famélicas que “están destinados a una vida de inferioridad física”.[8] El“famoso fundador de los boy-scouts, Robert Baden-Powell, expresaba ingenuamente su satisfacción de que la raza alemana fuera arruinada: aunque la tasa de natalidad, desde el punto de vista alemán, pueda parecer satisfactoria, el daño irreparable producido es bastante distinto y mucho más serio”.
Frente a las fantasías genocidas de esos pensadores y el despiadado rencor de los políticos de la Entente deberían considerarse los angustiosos reportajes de periodistas y, especialmente, oficiales británicos del ejército desde Alemania, así como de miembros de la American Relief Commission de Herbert Hoover. Una y otra vez destacaban, aparte de la barbarie del continuo bloqueo, el peligro de que la hambruna bien puedira empujar a los alemanes hacia el bolchevismo. Hoover se vio en seguida convencido de la urgente necesidad de acabar con el bloqueo, pero las disputas entre los aliados, particularmente la insistencia francesa en que las existencias de oro no podrían usarse para pagar alimentos, pues estaban destinadas a las indemnizaciones, impidieron actuar.
A principios de marzo de 1919, el general Herbert Plumer, comandante del Ejército Británico de Ocupación, informaba al Primer Ministro Lloyd George que sus hombres demandaban volver a casa: ya no podían soportar la vista de “hordas de niños flacos e hinchados buscando entre los desperdicios” de los campos británicos. Por fin, estadounidenses y británicos superaron las objeciones francesas y a finales de marzo, empezaron a llegar los primeros cargamentos de comida a Hamburgo. Pero solo fue en julio, después de la firma formal alemana del Tratado de Versalles, cuando se permitió a los alemanes importar materias primas y exportar bienes manufacturados.
Aparte de los efectos directos del bloqueo británico, hay posibles efectos indirectos y mucho más dañinos a considerar. Un niño alemán que tuviera 10 años en 1918 y sobreviviera, tendría 22 en 1930. Vincent plantea la pregunta de si las miserias y sufrimientos por el hambre en Alemania en los primeros años de formación contribuyen a explicar en alguna medida el entusiasmo de la juventud alemana por el nazismo posterior. Partiendo de un artículo de 1971 de Peter Loewenberg, argumenta positivamente.[9]Sin embargo, la obra de Loewenberg es una especie de psicohistoria y sus conclusiones se basan explícitamente en la doctrina psicoanalítica.
Aunque Vincent no las apoye sin reservas, se inclina a explicar el comportamiento posterior de la generación de niños alemanes marcados por los años de la guerra en términos de dificultades emocionales o nerviosas para pensar racionalmente. Así, se refiere a “la ominosa amalgama de emoción retorcida y degradación física, que iba a presagiar una considerable miseria para Alemania y el mundo” y que fue producida en buena medida por la política de hambre.
¿Pero es necesaria una aproximación así? Parece perfectamente factible buscar las conexiones que median entre la exposición al hambre (y los demás tormentos causados por el bloqueo) y el posterior comportamiento fanático y brutal en actitudes humana comúnmente comprensibles (aunque, por supuesto, no por eso justificables) generadas por experiencias anteriores. Estas actitudes incluirían el odio, una profunda amargura y resentimiento y un desprecio por el valor de la vida de “otros”,porque el valor de la “propia” vida hubiera sido despreciado tan despiadadamente.
Un punto de partida para un análisis así podría ser la obra de Theodore Abel de 1938, Why Hitler Came into Power: An Answer Based on the Original Life Stories of Six Hundred of His Followers. La conclusion de Loewenberg después de estudiar esta obra es que “el más sorprendente afecto emocional expresado en las autobiografías de Abel son los recuerdos de adultos de la intensa hambre y privaciones de la infancia”.[10]Una interpretación que pondría al bloqueo del hambre en su lugar apropiado en la aparición del salvajismo nazino tiene ninguna necesidad particular de un fundamento psicoanalítico o fisiológico.
De vez en cuando, las opiniones de Vincent en temas marginales a éste son lamentablemente estereotipadas: parece aceptar una interpretación extrema de la escuela de Fischer de la culpabilidad del origen de la guerra como atribuible solo al gobierno alemán y, respecto de la fortuna de la República de Weimar, dice: “Que Alemania perdiera su oportunidad es una de las tragedias del siglo XX. (…) demasiado a menudo los viejos socialistas parecieron casi aterrorizados ante la socialización”.
El tópico de que si se hubiera socializado la industria pesada en 1919 la democracia alemana podía haberse salvado, nunca fue muy convincente.[11]Cada vez resulta serlo menos ya que la investigación empieza a sugerir que fue precisamente el sistema de Weimar de intervención masiva del estado en los mercados laborales y la extensión de las instituciones del estado del bienestar (el más “progresista” de su tiempo) el que debilitó la economía alemana que se desplomaba ante la Gran Depresión.[12]Este desplome, particularmente el asombroso desempleo que lo acompañó, ha sido considerado desde hace mucho por los investigadores como la mayor causa del ascenso nazi al poder en 1930-33.
Son sin embargo, puntos mínimos a la vista del servicio que ha proporcionado Vincent tanto el rescatar del olvido a las víctimas de una política asesina de estado y en profundizar en nuestra comprensión de la historia europea del siglo XX. Se ha producido recientemente en la República Federal de Alemania una “lucha de historiadores”sobre si la matanza nazi de judíos europeos debería considerarse como “única” o ubicarse dentro del contexto de las matanzas masivas, en concreto las atrocidades estalinistas contra el campesinado ucraniano.[13] La obra de Vincent sugiere la posibilidad de que el marco de la discusión tendría que ampliarse más de lo que haya propuesto hasta ahora cualquiera de los participantes.
Ralph Raico es miembro senior del Instituto Mises. Es profesor de Historia Europea en el Buffalo State College y especialista en la historia de la libertad, la tradición liberal en Europa y la relación entre la guerra y al aumento del estado. Es autor de The Place of Religion in the Liberal Philosophy of Constant, Tocqueville, and Lord Acton.Puede estudiarse la historia de la civilización bajo su guía aquí: en MP3-CD y en casete.
Esta reseña se publicó por primera vez en la Review of Austrian Economics 3, nº 1.
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NOTA de Tresmontes: La versión en lengua española del post publicado por
Ludwig von Mises Institute la hemos tomado del blog FILOSOFÍA CRíTICA.

digno y solidario gesto de la R D del Congo con los cristianos de Egipto

5 marzo 2012

Recientemente  una emisión postal de la República Democrática del Congo ha manifestado su

denuncia de la cruenta persecución sufrida por los cristianos llamados coptos, es decir egipcios, por parte del islamismo.

El Congo-Kinsaha, con 72 millones de habitantes (80% de ellos son de religión cristiana) puede llegar

a tener una población de de 177 millones en el año 2050.

No tenemos constancia de que ningún gobierno europeo ó de algún pais de mayoria cristiana haya

seguido un gesto tan ejemplar.

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Nota de Tresmontes: En el blog latercerayijad se publica el siguiente comentario, y en otro post, se informa sobre la mezquita de Badalona.

alfonso dice:
2 marzo 2012 a las 10:56 pm

Por cierto, una vergüenza para nosotros que haya sido el Congo quien haya tomado esta iniciativa.

En este caso no queda mas que felicitar a las autoridades del Congo, que han demostrado mas sensibilidad que la casta que nos gobierna.

la sexualidad en la Helade y las mentiras «modernas» sobre la Antigüedad

3 enero 2012

En un blog titulado EUROPA SOBERANA se publicó íntegramente un libro de los que no se distribuyen en librerías. Su título es «El míto de la homosexualidad en la Antigua Grecia» y su autor firma como Eduardo Velasco.  Se puede leer en esta dirección de internet:

http://europa-soberana.blogia.com/2011/062406–homosexualidad-en-la-antigua-grecia-el-mito-se-esta-derrumbando.php

Nota de TRESMONTES7:

No es casual que este blog tenga como título tresmontes7 / URANIA.

Urania es la diosa celeste que simboliza el amor en su significado más noble y espiritual. Su imágen está entre las siguientes arriba  expuestas y que paso a describir: 1) Soldados griegos.- 2) Afrodita,- 3) Apolo y Dafne, del escultor alemán Arno Brecker.- 4) Demóstenes,- 5) Gea,. 6) PLatón,- 7) Proserpina,- 8) Sapho,- 9) URANIA,- 10) soldados griegos,- 11) Soldados alemanes izan la bandera de la Swastika  por considerarse depositarios del legado griego,- 12) la Familia europea, obra artística de Wolfgang Willrich.

PATSCHI se fue al paraíso de los felinos

8 septiembre 2011

ESTOS PERRITOS ESTÁN ESPERANDO LA LLEGADA DE PATSCHI…para jugar con él… eternamente… La foto– muy reducida– de Patschi… está a la derecha de los perritos… Cuando Patschi llegue a su Destino en el Más Allá… publicaré una foto más espléndida… (S D q)…

Ayer, miércoles, dia 7 de septiembre de 2011, a las 8 h de la mañana, al entrar en la cocina, donde habitualmente Patschi tenía su dormitorio, (donde dormía solo, desde hace un año aproximadamente –durante muchos años durmió a los pié de la cama de su “familia humana”–), encontré a Patschi caído en el suelo y sin poder levantarse. Con la cabeza apoyada  en el suelo, maullaba como dando alaridos de dolor, que sin ser estridentes, eran algo melodiosos, con cierto tono de mansedumbre y de dulzura. Me dí cuenta de que era incapaz de sostenerse de pie… Había dejado su cena intacta… y entonces recordé que hace una semana, por unos segundos perdió el equilibrio mientras andaba por el salón… aunque se recuperó de inmediato. Comprendí que dada su edad, pues había nacido aproximadamente en abril de 1991, era llegada su hora de morir, es decir partir de este mundo… Por un instante pensé en salir de casa y acudir a mi trabajo, en la idea de que a mi regreso Patschi ya habría fallecido. Después pensé en despedirme de él pasandole la mano por el lomo y cabeza, a modo de caricia… Creo que en su mirada había súplica y desconcierto. Pensé que Patschi, por azares del Destino, iba a morir sin la presencia de las personas con las que tanto había compartido su vida y con las que había disfrutado y jugado: Mis dos hijas, ahora ya mujeres… También pensé en hacerle una fotografía para tener un testimonio de sus últimos momentos en vida… pero aparte de no tener una cámara fotográfica a mano, lo cierto es que en casa tenemos fotos de Patschi de cuando era jóven y hermoso… Pese a su ancianidad… pues 20 años en un gato equivalen a 80 ó 90 años en un hombre, Patschi conservaba su gracil y felina belleza de gato rubio europeo… pues esa es su denominación racial. Después decidí que lo más sensato es llevarlo a un clínica veterinaria. Alli decidirían si Patschi podría curarse o no… Cuando lo intruduje en una bolsa de la compra… Patschi no tenía fuerzas para resistirse… pero no obstante hizo extraordinarios esfuerzos y consiguió asomar cabeza y manos… Sus ojos tenian las pupilas negras muy agrandadas… Su mirada era realmente tierna y conmovedora pues emitian el mensaje de quien parece saber que se está preparando para un viaje a lo desconocido… Por un momento parecía que no estaba moribundo sino que en cuestión de horas podría recuperar la salud. La señora veterinario opinó que habría que tratar de saber qué enfermedad tenía Patschi para saber si habría posibilidad de sanarlo.

Hoy, dia 8 de septiembre de 2011, jueves, a las 16 horas, una llamada telefónica de la clínica veterinaria me ha hecho saber “la mala noticia”, según palabras del comunicante, de que Patschi no podía ser curado, pues pese al tratamiento recibido, el mal es irreversible y de naturaleza neurológica. Aconsejan la “eutanasia”. Por sorprendente que parezca, pensé que si el hombre no es dueño de la vida para matar mediante la “eutanasia” a otro ser humano… ¿Por qué habría de ser justificable matar a un animal doméstico?, que, además, como en el caso de Patschi, se creía  un auténtico miembro de la familia. Ciertamente que no es un animal racional pero sí es un animal que tiene ánima y  posiblemente los animales tengan como destino del más allá de esta vida terrenal… algún paraíso aunque éste sea en una feliz inexistencia… o quizás… el destino de Patschi sería reencarnarse en algún otro gatito que, en esta oportunidad tuviera la feliz fortuna de no tener que vivir permanentemente sin prácticamente ninguna relación con gatos…y gatas de su misma raza  ó especie… Alguna vez he pensado en la crueldad humana que es mantener, por pereza o egoísmo, en cautividad a muchos animales domésticos, impidiéndoles la facultad natural de emparejarse y reproducirse engendrando una prole. Y me cabe el orgullo de no haber caído en la brutal costumbre que tanta gente practica de capar a los gatos machos, es decir castrarlos para evitar la natural tendencia de los felinos machos… de marcar el territorio con su orina. Yo respeto los “derechos humanos” de los perros y gatos… y no me atrevería a decir lo mismo de algunos individuos que pasan por “humanos” con menos méritos que Patschi. Es así como se explica que  se atribuya a un gran caudillo, amigo de los animales y cuyo nombre no es mencionado si no es para  calumniarle, la siguiente frase: “Cuanto más conozco a los hombres más estimo a los perros”. Por cierto, es muy significativo que algunos pueblos semíticos odien y consideren “impuros” a los perros… Mi esposa , por razones fortuitas  no está en  casa en estos días y así es que … Me cabe el orgullo y el consuelo de ser el único miembro de la familia que tendrá la posibilidad de decirle “adios” a Patschi. Es sabido que los “ateos” nunca dicen “adios”… pues esta expresión significa “A Dios gracias… etc” y por esta razón, porque yo no soy “ateo”, de forma deliberada y serena y también a modo de protesta contra la sociedasd materialista y hedonista en la que vivimos en Europa, he pensado en colocar en el cuello de Patschi una cinta con un escapulario de la Virgen María… Hay quien creerá que esto es absurdo ó herético, pero yo opino que es un gesto de deferencia y admiración a Patschi, una criatura inocente –pues como diria Savitri Devi, todos los felinos, incluidas las fieras, son inocentes o al menos no son responsables de sus actos– …y que  creo que siempre estará en el pensamiento de, al menos cuatro personas que convivieron con él… Con su vida –siempre acorde con las leyes natutrales y por tanto divinas– Patschi es un motivo de meditación sobre lo efímero de la vida y de que hay valores y verdades que nos trascienden y están por encima del tiempo y de la materia. Si el Dios de los seres humanos es tan misericordioso, como dicen los cristianos, es de esperar que Dios habrá reservado un destino adecuado y justo para Patschi, un gato bueno, cariñoso y fiel… hasta el punto de que él creyó ser un hijo más de mi esposa , a quien a veces parecía adorar como si fuera su madre, y por consiguiente hermano  de mis dos hijas [….cuando ellas eran niñas, Patschi era su compañero de juegos]. Quizás algún dia…allá en la Eternidad un dia nos reencontraremos –felizmente– no sabemos si con existencia corporal o más bien “espiritual”… junto al Único Ser que Es y tiene Existencia Eterna.

 

Madrid, 17 horas del dia 8 de septiembre de 2011, jueves.

Ahora, en este instante parto hacia la clínica Veterinaria para ver –vivo, pero dormido, todavía– a Patschi, un ser animal que tuvo como destino y misión ser nada más y nade menos que un gato… Que cuando muera… Descanse en Paz.

Post Data: Son las 19 horas del dia 8 de Sep de 2011: el ánima de PATSCHI ya estará retozando entre las Nubes. (Su cadaver, [ CAro DAbo VERsibus= cuerpo dado a los gusanos] será incinerado y sus cenizas dispersadas).

Su Vida habrá tenido sentido –por el bien y compañía que nos regaló durante 20 años . Si no fuera así… nada tendría sentido… pues todos y todo formamos parte del mismo Mundo Universo…

José Antonio Primo de Rivera…reivindicado… (via YRANIA )

3 septiembre 2011

José Antonio Primo de Rivera...reivindicado... Cuando politicastros claramente sectarios y de discutible ejecutoria ética, o incluso «intelectuales» y personajillos irrelevantes ostentan sus nombres en muchísimas calles de los pueblos y ciudades de España… resulta aleccionador que,  una personalidad histórica y política como José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange Española, haya  vuelto a tener una calle  con su nombre. Ha ocurrido en un pueblo castellano de la provincia de Cue … Read More

via YRANIA / 3montes

el «fundamentalismo democrático»

19 agosto 2011

En LibertadDigital,  Agapito Mestre comenta el libro del filósofo Gustavo Bueno «El fundamentalismo democrático».

El descubrimiento de los males de la democracia a través de una nueva y más amplia idea de corrupción, que traspasa las fronteras del ámbito delictivo, es la principal pretensión que satisface este libro. Un nuevo ensayo para levantar acta del fracaso de la democracia española.

Tres pasos son fundamentales para entender ese fracaso. En primer lugar, Bueno trata de fundamentar una nueva noción de corrupción. En segundo lugar, hay una descripción crítica de los defensores fundamentalistas de la democracia: quienes, lejos de contribuir al desarrollo del la democracia, vendrían a convertirse en los principales ideólogos de las democracias corruptas; el caso de la España de Zapatero es todo un arquetipo de corrupción democrática. Y, en tercer lugar, Bueno reitera la defensa de la nación española a través de la descripción y análisis de la mayor de las corrupciones del sistema político español, a saber, la utilización de los mecanismos democráticos para negar el fundamento del propio sistema político: el Estado-nacional. Al final, la corrupción máxima estudiada en este libro es una traición a la nación. A España.

Hace ya algunos años que Gustavo Bueno se ha unido, sí, al club de quienes venimos denunciando, hace décadas, las diferentes formas que adopta esa traición. Esa agonía. Por fortuna, como reconoce el propio Gustavo Bueno, la muerte «definitiva» aún no se ha producido. Su libro quiere contribuir a que eso no suceda nunca.

Aplaudo el compromiso intelectual y alabo el coraje moral de Bueno. Pero, en mi opinión, para que su apuesta ética y política tuviera mayor eficacia quizá hubiera sido bueno y, por supuesto, conveniente citar, o sea, dialogar y discutir con otras propuestas, incluidos libros anteriores del propio Bueno, que han hecho hincapié en la traición a la nación. Es menester que nos acostumbremos a dialogar entre nosotros. A sintetizarnos para seguir construyendo categorías que se enfrenten al totalitarismo federal, confederal o, simplemente, salvaje sobre el que está desarticulándose el Estado-nacional. Tenemos que aprender a elevarnos sobre los hombros de otros hombres, a veces, gigantes.

Quiero decir que es más que conveniente, sí, es necesario que en momentos de agonía nacional sumemos esfuerzos, o sea, nos hagamos cargo de modo explícito de una tradición que va, por lo menos, desde Unamuno y Ortega hasta César Alonso de los Ríos, pasando por Dieste o Jiménez Losantos, y que ha subrayado que esa traición a España es otra forma de negar la democracia. O discutimos entre nosotros o seguiremos siendo un signo claro de subdesarrollo intelectual. El verdadero pensamiento casi siempre tiene, como dice Gabriel Zaid, un centro de discusión local. El milagro creador de Sócrates, Platón y Aristóteles se hizo subiendo de nivel la conversación local.

En cualquier caso, la obra del maestro Bueno tiene grandes aportaciones para seguir analizando la agonía de España. También hallaremos un montón de argumentos para seguir construyendo una teoría crítica de la democracia española; incluso leeremos páginas muy estimulantes sobre una idea de nación que se enfrente a la corrupción del sistema democrático. He aquí, en fin, una argumentación sólida para defender la nación española de los ataques perpetrados por los mecanismos del llamado «Estado democrático de derecho». Bueno analiza motivos, siempre irracionales, y ofrece razones, desde su especial perspectiva filosófica, para contrarrestar a los ideólogos de la democracia realmente existente, es decir, a quienes ocultan la principal realidad de la democracia, a saber, que ésta aloja en su seno la corrupción. Más aún, la corrupción no es algo coyuntural, o perfectible, en los sistemas democráticos, sino que es un asunto estructural.El ataque a la nación se hace en nombre de la democracia. Esta es la principal corrupción del sistema político español. Es el ejemplo más insigne de corrupción democrática puesto por Gustavo Bueno, de generación de efectos indeseables para la Nación española, de fraude de ley, si se quiere, que la democracia ha propiciado como tal, por lo menos ha facilitado y en todo caso no ha podido conjurar. Esa corrupción es, por expresarlo con palabras de Ortega, en 1917, la democracia morbosa, que más tarde desarrolló el propio Ortega en una obra aún magistral para comprender la corrupción derivada de todo fundamentalismo democrático, La rebelión de las masas.Discrepo, sin embargo, de Gustavo Bueno cuando mantiene que el fundamento de la corrupción es el «pueblo soberano»:
La fuente de la corrupción de la Nación española que su democracia canaliza no se fundamenta en los partidos políticos; se fundamenta en el dictamen mismo del pueblo soberano que se entrega al juego de esos partidos, dándoles su voto mayoritario.
No, no y no, por suerte, eso no es el «pueblo soberano». A eso que Bueno denomina «pueblo soberano» yo, por el contario, le llamo «plebe», o sea, una de las figuras históricas de la rebelión de la masas.A pesar de todo, Gustavo Bueno trata de fundamentar, es decir, dar razones a favor de la famosa frase de Churchill: «La democracia es el menos malo de los sistemas políticos».GUSTAVO BUENO: EL FUNDAMENTALISMO DEMOCRÁTICO. Temas de Hoy (Madrid), 2010, 416 páginas.

los incendios de Londres, el huevo de la serpiente

11 agosto 2011

Han promovido la inmigración masiva de millones de personas «asiáticas, africanas, caribeñas y musulmanas»…y el resultado es la destrucción de la convivencia cívica y de la cultura e identidad étnica europea.  Pero lo más grave no es sólo los cientos de millones de euros perdidos por los destrozos, incendios y pillaje: además se hace presente el odio racial. Se han dado casos de humillación, aparte del asesinato y robo y violación de mujeres blancas. Del blog www.elmanifiesto.com tomamos estas fotografías: un hombre y una mujer obligados a desnudarse y entregar todas sus pertenencias…

Nota de URANIA:

Como respuesta a la destrucción y el saqueo en varias ciudades «británicas», así llamadas, aunque en algunas la población blanca es sólo 48%, se han formado grupos de limpieza integrados exclusivamente por gente británica. Las fotos proceden del blog «Nueva Europa«:

Londres agosto de 2011

By Patschi

HUMILLAN A LA POBLACIÓN BLANCA

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